Estamos tan habituados a ver como
el Barcelona se hunde en estas situaciones que muchos perdieron las esperanzas
tras el 2-2, unos tras pitar el primer penalti, incluso antes de que Mbappé lo marcase, tenían la
absoluta certeza de que esto se lo llevaban los franchutes.
Por fortuna en la selección Argentina
estaban Romero, Dibu, Álvarez, Pérez y compañía, los cuales, cuando su equipo
estaba fundido físicamente y teniendo que digerir el hecho de perder en 2
minutos todo el trabajo realizado en 80, sacaron fuerzas de donde no las había
y supieron reponerse; no sólo esa vez, sino otra, cuando los franceses
volvieron a empatarles en la prórroga.
Qué diferencia con aquellos que
llevan desde 2016 disolviéndose cual azucarillo en agua hirviendo, de manera
cada vez más flagrante y patética, ante el mínimo contratiempo.
De esta forma tratar de explicar
la victoria argentina pasa por apelar a la
voluntad, porque Argentina no era el
mejor equipo, el que mejor jugaba, o el que más talento acumulaba línea por línea,
Francia por otro lado mostró la displicencia del que sabiéndose superior no
quiere esforzarse y apela al mínimo esfuerzo, y eso demasiadas veces lo hemos
visto salir vencedor, el equipo que cede el balón, se acurruca alrededor de su área
y vive de dar zarpazos al rival que ha hecho el gasto, ayer el fútbol también castigo
eso y el contragolpeador salió contragolpeado, con una de las mejores contras
que se han visto en una final.
De esta forma Deschamps salió a
verlas venir, despreciando el mediocampo y basando todo en que
se impondría el físico de sus defensas y
adelante la potencia y el talento de sus atacantes, pero esta vez argentina tenía
de lo que careció en 2014: Un compañero para Messi y un delantero con flor que
se hiciera respetar, buen porcentaje de esta copa se debe a Di María que volvió
con lo justo para la final y fue determinante, igual que Álvarez
que peleo todo el partido contra los centrales,
o Enzo Pérez y
De Paul que sin ser
Xavi-Iniesta se hicieron con el control del partido
a base de dejarse la piel y los pulmones, incluso Otamendi parecía buen jugador
hasta su cagada que metió a Francia en el partido, pero ni así bajaron los
brazos ni dejaron de remar.
Así que en medio de una épica
para la historia se consagro el 10 y cerro el falso debate creado únicamente por
aquellos que, despechados, insisten en negar lo evidente, que una vez retirado
Messi no volveremos a ver nada igual, enfrente había un jugador de época, que seguramente
romperá récords y tendrá números de no creer, pero los que hemos presenciado la
carrera de la Pulga desde aquel lejano gol ante el Albacete sabemos que esto va de
otra cosa.
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